domingo, 18 de julio de 2010

Los dos

Él le pidió que lo perdonara; había sido esa única vez. Ella sacó su mano, que le corría el pelo detrás de la oreja.
Él trató de retenerla tomándola por la cintura, pero ella se alejó y fue a sentarse en la mesada de la cocina. Sacó la pava del fuego y pensó en la primera vez que lo había visto.
Él se acordó de la primera vez que salieron juntos, del recital en Colegiales y los acordes que le ponían música a sus ojos. Ella lloraba y tomaba mate, mientras él la escuchaba desde la pieza y pensaba en por qué le había mentido.
Ella se pasaba las manos por la cara, tratando de borrar las huellas de sus lágrimas. Él la miraba desde la puerta. Los dos voltearon para ver las primeras gotas de lluvia que se precipitaban sobre el pasto.
Él apeló a los recuerdos y le relató la primera vez que se enredaron entre sábanas. La vez que ella le pidió que no terminara y que él le había tapado los pies para que no se resfriara. Ella le confesó que odiaba dormir tapada. Sonrió.
Él se acercó y le acarició el antebrazo. Ella levantó la cara y volvió a mirarlo a los ojos. Con un dedo juntó sus labios.
Él dijo “te amo”, y ella contestó que a veces no alcanza. Afuera el cielo era negro y a veces blanco. Ella siguió tomando mate y él se sentó en el suelo, entre sus piernas, que con los talones golpeaban las puertitas de la bajomesada.
Ella le preguntó por qué lo había hecho. Él se escudó en los impulsos.
Ella le pidió silencio y le dijo “andate”.
Él apoyó la mano en el picaporte y volvió a mirarle el perfil. Giró la llave, cerró la puerta y apretó el botón del ascensor, mientras recordaba lo que ella había anotado en una servilleta esa noche en ese amor en ese bar.
Él, por primera vez creyó que no iba a verla más.
Ella lo alcanzó antes que el ascensor.
Ella lo abrazó llorando y él volvió a beber de sus labios.
Él le prometió “nunca más”. Ella le cebó un mate.
Afuera salía el sol. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario