lunes, 4 de octubre de 2010

Locura, lacura

Lo siguiente es un trazito; un bucle de un garabato más grande. 


Y qué es un recuerdo si no son tus manos atrás de mi oreja, tu pelo hecho jirones que son barro en mis dedos o tus palabras bailando en mi oído. Mirar para atrás nunca es justo si convenimos embellecernos.

De día nos conformamos con la rutina. ¿de qué nos serviría la luna, sino? Vos con tus cortados, un especial de salame y queso en la mesa que da a Leandro Alem, las manos que retuercen el delantal, anotás con ese lápiz chiquitito y sin punta, “ya está lista la 6” y “cobre aquí” y “¿cuánto es todo?”, o te lo pedí doble en jarrito, y las moneditas debajo del plato y arriba de la servilleta con esas manchas marrón clarito y algún garabato de lapicera azul. Yo con mis remitos y la calculadora que anda tan mal, las facturas y esa luz de tubo sin ni una puta ventana. Las banditas elásticas, los clips y “¿esto tiene ingresos brutos?”, consumidor final, “endosáme el cheque”, y que me cierra el banco y tribunales, y el banco provincia de avenida Córdoba, el diario arrugado entre el brazo y la axila, haciendo malabares para tratar de prender un cigarrillo.

Y para los dos… Florida. Sin las palmeras, pero con manteros. A contramano. Los rostros y los brazos, los tacos que encabezan el éxodo hacia corrientes o hacia avenida de mayo y nosotros que entramos a las 19 a un edificio de oficinas que es la fiel representación de la inexistencia fuera del horario laboral. La oficina vacía número 302. la copia de la llave que le robaste a tu viejo antes de mandarlo a la mierda y a esperar que no salga el remate y a esperar que en tu familia piensen que todavía está hecha una mugre (y en verdad lo está). un disco de los Charly si me aguantás un rato o vos lo ponés al Flaco y nos miramos hasta que uno dice alguna estupidez que nos recuerda que las agujas corren por ese disco blanco lleno de rayitas y números.

-Imaginá que vivimos siempre una hora-, interrumpió Celeste.
-¿Cuál?
-12 horas, doce horas. Siempre las mismas 12 horas. El reloj es un círculo, no una recta.
-pero el tiempo sí es una recta. lineal.  
-A mi no me consta. Igual, no estás viendo lo importante. Imaginá lo que te digo.
-Bueno, las mismas doce horas. ¿y Ahora?
      -Ahí tenés. No habría ahora, habría ahoras. Cambia toda la percepción que tenés de tiempo. No podés pensar nada para ahora porque en exactas doce horas vas a estar en el mismo lugar. ¿Qué hacés, entonces?











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